
Vivír en esa calle tumultosa,llena de gente apurada que va de un lado al otro sin parar ni siquiera para saludar a alguien conocido,un hola o un buen día señorita ¿para qué?,cada uno está en lo suyo y no se distrae con su entorno, el tráfico pesado….Como me molestaba tener que esperar una hora detrás de una hilera de autos que no avanzaban.
Como explicarle a mí jefe el por qué de mis llegadas tarde.Hay! la rutina esta vida de oficinista que me tiene encerrada tantas horas.Solía en las tardes de otoño, cuando tenía un ratito libre,sentarme en el banco de una plaza rodeada de aves que revoloteaban a mi alrededor.Las observaba y pensaba que libres que eran,sin compromisos ,sin una vida rutinaria;un día volaban hacia al norte,otro hacia el sur,donde el viento las llevase,respirando ese aire a verde, a naturaleza ,que apenas sobresalía entre el olor a humo de colectivos o camiones que por allí pasaban.
En ese banco de la plaza, sentada solitaria,pensaba en miles de cosas,me permitía en esa horita que tenía libre cualquier fantasía. Un día pensé en unas vacaciones ¡hay como me hacían falta,unas vacaciones!,y como no tenía dinero,para largar todo a mitad de año,mandar al diablo a mi jefe,e irme; dejé volar mi imaginación…..
Estaba situada en una playa muy grande y solitaria,el viento me enredaba el pelo mientras yo caminaba a orillas del mar,un mar que con sus olas parecía tragarme,esa agua cristalina,y esa arena casi blanca formada como por pequeños cristalitos por donde yo caminaba eran increíbles. Me sentía mas libre que nunca,atrás había quedado mi vida rutinaria,no tenía obligaciones solo caminaba ,y en ese día ,el sol quemaba mi piel,el aire me tocaba con su briza,y el agua me refrescaba.En un instante me detuve y me senté en una roca y ví pasar una bandada de pájaros,tal vez,los mismos que revoloteaban por la plaza de la ciudad,nada mas que yo ahora me sentía como ellos ,libre ,no como antes.
Cuando desperté de mi sueño me sentía rara,pero como renobada,tenía mas energía y me sentía como dueña de esa plaza,de ese pequeño mundo mío,de ese banco ,de esos pájaros.
Volví a la realidad,la plaza parecía otra,madres con sus pequeños hijos paseaban por allí,parejas que se veían muy enamoradas tomadas de la mano.Yo sentí en ese momento que volver a mi vida rutinaria no era tan pesado como lo pensaba antes,había descansado,había sido mas feliz por un rato,y sentí que si trabajaba aún mas podría tener esas vacaciones que soñaba.
Volví a mi trabajo,sentí que ese era mi día de suerte,me había pasado mi hora libre,de esa tarde otoñal sentada en un banco ,pero de vacaciones en una playa.
Cuando lleguè a la oficina mi jefe me recibió con una sonrisa,no lo podìa creer tenía mejor humor que el de esta mañana,me pidió que me acercara y me dijo que debía viajar a Miami para hacer un trabajo allí,tenía todo pago ,y me preguntó si me interezaba la propuesta. Yo loca de contenta,sentí que era la cenicienta,que había calzado el zapatito y me casaba con el príncipe azul.
Esos meses trabajé duro en Miami,pero tuve mis ratos libres deseados,llendo a la playa y disfrutando de ese clima encantador.
El sueño de la oficinista se había hecho realidad,tal vez si pensamos y deseamos algo con fuerza se nos cumpla ,con intentarlo no perdemos nada.


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